Una oportunidad inoportuna

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El fondo más ruidoso del rojiblanco e infernal Giorgios Karaiskakis de Atenas recibió a Jan Oblak con una fuerte pitada. A su espalda escuchó tres estallidos de júbilo que ponen en entredicho su alineación. La derrota, injusta por juego y ocasiones, obliga al Atlético a enderezarse en su próxima cita con el Juventus en el Calderón. Murió en el área del Olympiacos, pero antes se complicó la vida en la suya.

El hombre que encarnaba una de las decisiones más arriesgadas que se le recuerdan a Simeone dejó un par de botellas de agua junto a la cepa del poste y se fue a calentar junto a Miguel Ángel Moyá, el héroe de hace nada en el Bernabéu. A priori, la alienación de Oblak abre una controversia que no parecía existir ante la sobria irrupción de Moyá en la Supercopa y en el campeonato de Liga. El debate en la portería ha saltado inesperadamente de la Castellana al Manzanares. El escenario, con una presión ambiental estruendosa, y la competición escogida, aumentaban esa sensación de que Simeone tocaba esa fibra tan sensible que siempre es la portería. Los tres goles que encajó en tres disparos es un saldo demasiado pesado para un portero debutante.

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